Las Hadas de los Sueños

Esa noche, antes de irse a dormir, suspiró profundamente lleno de satisfacción. No se sentía triste, ni preocupado, ni temeroso por nada y sobre todo no se sentía solo como otras tantas noches. Al contrario, se sentía entusiasmado, acababa de descubrir que la vida era distinta de cómo la había visto siempre. Recordó las palabras de Doña Aurora: "Nosotros somos los únicos responsables de elegir en que forma queremos ver la vida".

También se dio cuenta que había empezado a descubrir los sueños de los demás, se sentía especial. Ya lo había decidido, él iba a vivir su vida como lo que realmente era, no como lo veían los demás; se sentía águila y estaba dispuesto a remontarse a las alturas, solo que tendría que aprender a volar. Para esto el contaba con un secreto, se lo acababa de revelar Doña Aurora: "La mejor manera de cumplir sus sueños seria ayudando a traer felicidad a la vida de sus seres queridos. Estaba dispuesto a dar a las hadas, de las que tanto hablaba el pequeño Ángel, los hilos necesarios para tejer sus sueños.